La investigación politológica sobre mujeres en política se ha desarrollado exponencialmente en los últimos tiempos. Pero sigue habiendo algunos lugares políticos que ofrecen más resistencia que otros a la obtención de conocimiento. Están mucho más estudiados, por ejemplo, los niveles nacional y regional de gobierno que el nivel local, e infinitamente más las instituciones parlamentarias que las ejecutivas.
En nuestro reciente trabajo, sin embargo, nos fijamos en lo local y en la más alta posición ejecutiva de gobierno: “Women Leadership at the Apex. Distinctiveness of Women Mayors in Europe”. Centrado en alcaldesas, el estudio explora las diferencias entre éstas y sus homólogos y pretende (modestamente) contribuir a rebajar el déficit mencionado. La oportunidad de analizar una gran base de datos con respuestas a un cuestionario cumplimentado por casi 2.400 alcaldes y alcaldesas de 29 países europeos nos abrió esta posibilidad.
El cuestionario aludido se concibió para analizar, desde la mirada de sus líderes, la vida política local en sus múltiples dimensiones, desde las interacciones de los representantes con la sociedad civil y con la administración local, hasta los niveles de influencia de diferentes actores municipales en la vida local, pasando por el desarrollo de las carreras políticas de sus protagonistas o los contenidos y dinámicas de las agendas locales. No tenía, por tanto, un enfoque de estudios de género, ni incluía preguntas específicas para testar hipótesis de este tipo de literatura. Sin embargo, el hecho de que casi un 15% de las respuestas (348 de un total de 2.396) proviniera de mujeres, nos permitió compararlas con las de sus homólogos varones y explorar si y en qué medida existe un elemento distintivo en la carrera política y en la labor de gobierno por el hecho de ser mujer. Y nuestros datos nos permiten dar una respuesta afirmativa a este interrogante. Sí, las mujeres tienden a ser más jóvenes, a estar mejor formadas y a dar más prioridad a políticas sociales en sus agendas.
En cuanto a lo primero y, como era de esperar, la carrera de las alcaldesas difiere de la de los alcaldes. Inicialmente nos habíamos animado a hipotetizar que las alcaldesas serían mayores en edad debido a que nos encontramos ante un tipo de institución tradicionalmente vinculada a un techo de cristal más grueso, la más alta posición ejecutiva en el sistema político, la alcaldía. Siguiendo esta línea argumental, las mujeres habrían necesitado tener carreras políticas más largas en las que cultivar apoyos y generar redes antes de dar el salto a la cúspide del sistema político local. Sin embargo, la realidad analizada nos mostró otra fotografía: las alcaldesas son en general más jóvenes que los alcaldes y tienden a tener carreras políticas previas más cortas, es decir, acceden a esta posición antes que los hombres.
En cuanto a lo segundo, la mayor cualificación de las mujeres en política es un hecho ampliamente contrastado más allá de este estudio. Parece que el nivel de educación continúa siendo un recurso vital para las mujeres en política, quizás el que les permite superar algunas de las desventajas que puedan afrontar.
Finalmente -y quizás el hallazgo más relevante de este estudio- las alcaldesas expresan también diferencias en sus intereses y perspectivas hacia algunos aspectos de las políticas públicas locales. Nos movemos hacia el ámbito de la “representación substantiva”, (Pitkin, 1967) en el que la pregunta es: una vez ocupan posiciones representativas, ¿qué diferencias traen a la acción de gobierno las mujeres? Pues bien, aquí los resultados son contundentes: las alcaldesas tienden a conceder mayor importancia (prioridad) en las agendas locales al desarrollo de políticas sociales y a la integración de minorías en las comunidades que gobiernan. Este rasgo, que está también presente en muchos estudios previos, se confirma en nuestro estudio. Aquí debemos puntualizar que estamos ante percepciones (respuestas a un cuestionario) y que no tenemos evidencia de la traducción de estos deseos en decisiones municipales y en políticas públicas efectivamente implementadas. Pero podríamos presumir que existen muchas posibilidades de que esas prioridades se canalicen hacia acciones efectivas si tenemos en cuenta que la mayoría de estas mujeres se sientan en instituciones tipificadas como de strong mayor (alcalde fuerte) y que sus capacidades ejecutivas son muy altas.
En definitiva, las alcaldesas: 1) son jóvenes y por tanto disponen de impulso y energía, 2) llegan rápido y por tanto tienen años por delante para trabajar sus proyectos y 3) dan más importancia a las políticas sociales en las agendas municipales. ¿Qué más podemos pedir para mejorar nuestras ciudades?
Carmen Navarro
Profesora Titular de Ciencia Política
Instituto de Derecho y Gobierno Local
Universidad Autónoma de Madrid