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El voto en las elecciones municipales: geometría variable en la oferta del 24 M (Alberto Sanz)

By 19 mayo, 2015abril 30th, 2019No Comments

El voto en las elecciones municipales: geometría variable en la oferta del 24 M

Alberto Sanz

Universidad Autónoma de Madrid

Logo Elecciones Locales 2015Las elecciones municipales y autonómicas en España son consideradas por muchos analistas y actores políticos como una suerte de primer ensayo general o pre-test para a las siguientes elecciones generales. Esta consideración de elecciones nacionales de segundo orden se debe en parte a que una gran mayoría de los ciudadanos sigue votando en clave nacional aunque tenga que optar entre listas (cerradas) de candidatos autonómicos y locales. Además, son consideradas de segundo orden porque la percepción ciudadana de lo que está en juego con el resultado de las elecciones municipales y autonómicas es sistemáticamente menor de lo que se percibe en juego en las elecciones generales. Así, la doble condición de elecciones nacionales pero de segundo orden permite interpretar algunos patrones característicos de los resultados que tienden a aparecer en este tipo de elecciones. El principal de ellos consiste en que los partidos minoritarios ganan sistemáticamente una mayor representación, lo que se atribuye a mecanismos institucionales y de motivación de los votantes.


Por un lado, el sistema electoral resulta siempre más proporcional en las elecciones autonómicas y municipales que en las elecciones nacionales. Como consecuencia de ello los electores tienen una menor motivación para el voto estratégico (i.e.: por una segunda preferencia que resulte más viable) ya que el riesgo de que el voto no contribuya a la obtención de escaños para la lista votada es menor. Por otro lado, la percepción de que hay menos en juego también constituye una menor motivación para el voto estratégico por una segunda preferencia, dejando así mayor espacio a un voto más expresivo.

Adicionalmente, la lógica de las elecciones de segundo orden considera también que los votantes nacionales del partido en el gobierno que estuvieran insatisfechos con el desempeño del mismo, pueden utilizar unas elecciones en las que hay menos en juego para enviar un mensaje de protesta a su partido, con bajo coste (en términos de consecuencias de gobierno), votando por un partido más extremo y pequeño.

Todas estas consideraciones –junto con los efectos del ciclo electoral y la función de popularidad del partido en el gobierno- permiten a los analistas poner en su justo valor los resultados de las elecciones autonómicas y municipales como anticipo de lo que pueda suceder en las futuras elecciones nacionales.

Pero además, existen dos mecanismos adicionales que permiten anticipar un comportamiento especialmente diferenciado en las elecciones municipales. El primero de ellos se centra en un análisis de la demanda de los electores, el segundo en la oferta por parte de los partidos.

En cuanto a los primeros, las teorías clásicas del voto defienden que existen factores sociodemográficos (como la renta, el género o la edad), factores actitudinales (como la posición ideológica, la identificación partidista o la identidad nacional) y factores evaluativos y de temas a corto plazo (como la evaluación de la gestión del gobierno, la valoración de los líderes o la posición de un elector ante el aborto) que en distinto grado condicionan (teóricamente) y se asocian (empíricamente) a distintas opciones electorales individuales.

Pues bien, los elementos sociodemográficos, actitudinales y evaluativos que conforman la llamada “fórmula del voto” pueden tener (y de hecho tienen) distinta relevancia en las opciones individuales en función del contexto en que se celebren unas elecciones. En un extremo encontramos una situación como la que enfrentan los ciudadanos en las elecciones europeas. En el otro, las elecciones locales. En las primeras no existe un verdadero gobierno directamente elegido, las instituciones resultan difusas ante la ciudadanía, y los candidatos son menos conocidos. En esta situación los electores disponen de un menor número elementos informativos a corto plazo y la utilidad de heurísticos o atajos cognitivos como su posición ideológica o su identificación partidista es mucho mayor a la hora de decidir su voto. En las segundas, las instituciones resultan más cercanas y conocidas, se disfruta (o sufre) en primera persona las consecuencias de la acción de gobierno, y en los municipios más pequeños incluso se puede conocer personalmente al alcalde, los concejales y al resto de candidatos. En esta situación el peso de los elementos evaluativos, los temas a corto plazo y la valoración de los candidatos puede ser mucho mayor.

Finalmente, uno de los elementos más característicos de las elecciones municipales (y hasta cierto punto también en las autonómicas) puede ser la particularidad en la oferta que los electores se encuentran en cada circunscripción electoral. Si bien los grandes partidos no suelen tener problemas para proponer candidaturas en la mayoría de las circunscripciones –ya sea en las elecciones generales, autonómicas o municipales-, no se puede decir lo mismo de los llamados PANE (o partidos de ámbito no estatal). Este fenómeno es aún más acusado en el caso de las elecciones locales, donde en los municipios de menor tamaño los partidos más pequeños o las fuerzas emergentes a nivel nacional pueden tener dificultades a la hora de proponer candidaturas.

Quizá este sea uno de los rasgos más característicos de las próximas elecciones municipales del 24 Mayo de 2015. En un escenario en que todos los analistas anticipan una reestructuración del sistema de partidos (lean por ejemplo las columnas de Fray Poll), comprobamos que la estrategia en la oferta municipal de Podemos y Ciudadanos es completamente opuesta.

Los primeros, adoptando una estrategia orientada a proteger sus siglas frente al intrusismo, han optado por no presentar listas en los ayuntamientos. En su lugar han dado apoyo a una suerte de “candidaturas de unidad popular” de geometría muy variable entre municipios. Pero la heterogeneidad de estas listas es tan grande que, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid la plataforma Convocatoria por Madrid ha llegado a publicar un Mapa de la Unidad Popular con el objetivo de clarificar quiénes son y quiénes no son candidaturas de unidad popular. En estas circunstancias, es muy posible a día de hoy muchos electores de municipios pequeños y medianos desconozcan todavía si en su localidad se presenta o no una lista de unidad popular. Y en caso de no haberla, en aquellas comunidades en que las elecciones autonómicas se celebran concurrentemente, los potenciales votantes de Podemos se enfrentarán al siempre costoso dilema de escindir su voto entre dos opciones distintas a nivel autonómico y municipal.

Los segundos han optado por la estrategia opuesta a Podemos. Así, Ciudadanos ha tratado de presentar una oferta lo más homogénea y extensiva posible, presentando en tiempo récord 970 listas municipales frente a las 487 de UPyD, aunque sin llegar a las cerca de 2000 de IU ni las cifras en torno a 7000 de PP y PSOE. Esta estrategia, reduciría la disonancia cognitiva a la que se enfrentan los electores forzados a optar por dos siglas distintas en dos elecciones que se celebran concurrentemente en gran parte de España.

Ciudadanos golpea primero y además lo hace de manera más clara, mientras que Podemos (con la excepción de Madrid y Barcelona) se habrá de enfrentar a la tarea de clarificar su oferta y reconstruir lealtades de cara a las próximas elecciones generales.

A todo lo anterior hay que añadir que a nivel nacional Podemos parte de una posición ideológica menos al centro que la de su rival directo (el PSOE) mientras que Ciudadanos ha conseguido situarse en una posición más central que la de su competidor directo en el actual sistema de partidos (el Partido Popular).

Por todo ello, parece que la apuesta de Podemos en las municipales está resultando más compleja y arriesgada de lo que pudiera parecer. Mientras que en el caso de Ciudadanos, tanto por su mayor centralidad respecto a su principal competidor, como su opción de maximizar y clarificar su oferta municipal, sus posiciones y estrategias en estas elecciones se antojan ganadoras, al menos en el corto plazo.

 

 

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